Edición del 2 de octubre de 2007


Graciela Alfano y Matías Alé hablan de la fuerte discusión que casi pone fin a 8 años de amor

Hace casi ocho años, sus caminos se cruzaron por primera vez y no precisaron de excusas. Bastó una seductora mirada y la comunicación se entabló entre ellos. Cuestión de piel, argumentarían más tarde.Después llegaron las críticas, los cuestionamientos que no entendían de sentimientos y los vaticinios que no superaban el mes. Pero ellos todo lo pudieron. Hicieron oídos sordos a la oposición familiar, a los gritos y a las públicas encuestas que apostaban por sólo una semana de amor.Pero cuando nadie, ni siquiera ellos lo esperaban. Cuando falta poco más de un mes para festejar los ocho años juntos, la gran nube negra que anticipa la tormenta, se instaló sobre ellos. Matías Alé (30) lloró públicamente. Graciela Alfano (50) somatizó con una faringitis, y las palabras “crisis-separación”, se instalaron entre ellos. Dicen que todo surgió a partir de una discusión que se generó por “Bailando por un sueño”, donde él acompaña a una soñadora y ella actúa como jurado, cuando él le pidió que se abstuviera de salvarlo de su sentencia. —Pero, ¿qué fue lo que pasó para llevar la relación al límite?GRACIELA ALFANO: —Aún no cumplimos ocho años juntos. Nuestra especie de magia para que no nos agarre la famosa “comezón del séptimo año”, era decir que ya estábamos en los ocho, que, en realidad, los cumplimos el 16 de noviembre. Lo aplicamos como cábala para ver si así el universo no se daba cuenta y pasaba. Una trata de saltear las etapas pero no se puede. Por algo las parejas le tienen tanto miedo al séptimo año de amor. Y debe de tener que ver con una madurez de ambos. Porque las crisis de crecimiento individual en una pareja son permanentes. Y, justamente este año se dio el gran crecimiento de Matías en lo laboral, porque en lo personal los dos vinimos creciendo juntos. Entonces debimos reacomodarnos. Yo creo que si una crece, es porque el otro lo sostiene. Si no, se termina el amor o se convierte en algo enfermo.—No queda muy claro, ¿Uds. tuvieron una crisis?G. A.:—Yo comparo lo que nos pasó con un tsunami. Porque una crisis se va gestando, se prepara y tiene un después. Lo que nosotros vivimos fue más fuerte. Nos agarró desprevenidos. Como una ola cuando estás en la playa y crece de golpe hasta taparte...—¿Se acostaron por la noche y al despertar estaba todo mal?G. A.: —Sí, exactamente fue así. Nos acostamos bien y nos levantamos devastados. Fue muy fuerte. El conflicto, cuando estalla, sale con todo. La ola cayó con toda su fuerza. Sacó lo bueno y lo malo. Como en todo crecimiento. Nos hizo sentir el cimbronazo.—¿Hubo una discusión?MATIAS ALE: —No. Nosotros no estamos acostumbrados a discutir. Peleas pequeñas sí, pero jamás una grande. Por eso no sabemos ni cómo fue y vimos todo negro. El final estuvo muy cerca. Esto fue como una mariposa: nació y murió en un día. G. A.: —Ninguno es de tirar cosas y mucho menos gritar. Lo peor que yo te puedo hacer, es mi silencio. Soy contenida. Cuando me enojo, disparo de una sola vez toda la energía contenida y es letal. Como la piña de Monzón...M:—Es una flecha. Tranquila pero dispara y da en el corazón.—¿Ud. parece una mujer muy fuerte, nunca se quebró?G. A.: —Soy una mujer fuerte y débil al mismo tiempo. Cuando una pasa los 50, es el momento en que a las mujeres se nos abre la jaula, porque ya cumplimos con todos los mandatos y tenemos que buscar un nuevo horizonte para no caer. Buscás lo que te quedó pendiente y comenzás a vivir como una segunda adolescencia. Tomás la energía para arremeter y contás con una libertad extrema. Y en esta etapa, una empieza a verse como de verdad es, no la película de ser fuerte y perfecta. —Suena como una excusa. Uds. hicieron frente a problemas mayores, y los superaron...G. A.: —Siempre es una excusa para que salgan otras cosas. Porque nosotros enfrentamos y superamos problemas más graves. Somos sobrevivientes. Tuvimos varios tsunamis. El primero fue el de la edad, el de los prejuicios, de la condición social... De nuestra pareja opinó todo el mundo. Cada cosa que hacíamos estaba en un banquillo de análisis. Pero eso venía del afuera y hoy nos vino desde adentro. Por eso lo comparo con un tsunami, porque vino desde lo emocional. Tenemos cosas que nivelar y que las estábamos dejando pasar. Estas situaciones hay que atravesarlas, y es horrible pero no por las cosas que se dicen. Ni por el voto de un jurado... Lo peor que sale es lo que una se niega. Las cosas que una no se dice ni a una misma y que tiene que encontrar la fortaleza para poder reconocerle al otro. Es duro, da dolor y vergüenza. Reconocer esas cosas de las que no estamos orgullosos. Son los hijos negados de uno. —¿Sintieron que esta vez había llegado el final de la pareja?M. A.: —Nuestro amor es incondicional. Así es que el continuar estaba en nosotros. Pero para eso, hay que ser generoso y tolerante. El que cede siempre es el más inteligente. Los egos también se deben controlar.—¿Cómo se mantiene la pasión?G. A.: —A la pasión uno no la va descubriendo en el otro, sino en uno mismo. Cuántas parejas hay que vienen haciendo el amor y no se confiesan sus fantasías más profundas. Se conocen, pero no se aceptan. Cuando una pareja puede expresar, sale algo más.M. A.: —Cuando tenés un cimbronazo, volvés a tener esa pasión del inicio. Y lo hacés mejor, porque es como algo que perdiste o que tenías miedo de perder. Y nada mejor que el sexo de reconciliación. Es un nuevo desafío. —¿El humor juega un papel importante en la pareja?G. A.: —Si una no se puede reír mientras tiene sexo, es porque se creyó el mandato, la culpa y toda la perorata esa. Hay que animarse a jugar con el sexo. Es una herramienta maravillosa para que dos personas se puedan acariciar. Yo creo que a la cama hay que irse primero para mimarse, sin la obligación de una relación y, mucho menos, de un orgasmo. Hay que dejar de ser obsesivos e ir al placer. Hay momentos en que descansar tu cabeza en el pecho de él, es un placer. Permitirse y autorizarse.—¿Se dijeron palabras duras, que hoy se arrepienten?G. A.: —Sí. En esos momentos sale lo todo bueno y lo malo. M. A.: —Nosotros no nos guardamos nada.G. A.: —Yo lo comparo con un árbol: creció, va a dar más hojas, más felicidad, hay que ahondar las raíces para que no se pudran. Y ahondar raíces implica escarbar. Matías es mi maestro en tolerancia. Parece mayor que yo. —¿El hecho de no haber tenido hijos les jugó en contra como el de la diferencia de edad?M.A.: —Yo me siento muy completo. No tengo ninguna necesidad de paternidad. G.A.: —La pareja nació como edípica, por la diferencia de edad. Pero fue mutando y alternando. Es como ir en una bicicleta, a veces hace fuerza uno y a veces pedalea el otro. Si no, se va cayendo todo. La base es el deseo de cada uno de estar con el otro, el placer. Esta es una sociedad muy machista. Yo estuve a punto de ser quemada en la hoguera en su momento. Fui políticamente incorrecta, pero auténtica. Todo me costó un alto precio, pero estoy entera y feliz.—Cuando veían una pareja en crisis ¿decían a nosotros nunca nos va a suceder?G. A.: —Uno tiene derecho a equivocarse, a fracasar. Sí, es verdad que yo con un ‘fush! fush!’ decía ‘a mí no’, pero no hay felicidad sin una cuota de sufrimiento. —¿También se dijo que siempre están muy pegados?G. A.: —Pegoteados, pero diferenciados. El es y yo soy. Siempre estuvimos iguales, en la misma línea. Yo tengo un narcisismo muy elevado y por ésto siempre parece que la pareja queda atrás. Pero también hay que pensar que de mi súper Yo hice una carrera. Entonces, este año ‘Mati’ subió su narcisismo, y yo quedé paralizada.—¿Cómo ven su futuro?G. A.: —Hoy salvamos nuestra pareja. Nos amamos y nos conocemos más. Por eso nos pusimos alianzas de Cartier, que marcan nuestro nuevo compromiso. Renovamos nuestro amor. Tenemos ganas de seguir creciendo. Y esto nos obliga a poner energías. La ola nos llevó todo, y está bueno porque nos obligó a hacer la cama de nuevo, a ser creativos, a volver a colgar los cuadros que se cayeron. También queremos una nueva luna de miel.—¿Hubo alguna infidelidad en este tsunami?G. A.: —No. Prefiero una pelea con Matías que hacer el amor con varios.M. A.: —Y yo prefiero una pelea con Graciela que hacer el amor con otra.http://www.caras.uol.com.ar/edicion_1343/nota_00.htm

Guinzburg habló de su salud y festejó el éxito de su ciclo

Conservar el humor, a pesar de todo. Premisa personal que vence el rigor histórico, sabe pregonar en sus equipos de trabajo y riega disparando carisma a mansalva entre su público. Un valor agregado al don nato de saber hacer reír. Jorge Ariel Guinzburg (57) ha regresado. Espontáneo, despojado de cualquier especulación popular sobre su ausencia, sagaz y creativo, cualidades que aprendieron a compartir el periodista y el humorista que conviven en su ser. Y como dijera alguna vez: “No obstante el poco espacio.” Asegura haber alcanzado el punto exacto de asumirse un tipo inteligente y sentirse obligado a dar mérito con creces a su espíritu de lucha. Animo que blindó las ideas que escaparon del taxi que solía conducir, y las mismas que hoy trascienden más allá de las planillas de mediciones de audiencia. Cinco años han pasado ya, de la insistencia de Guinzburg por despertar más temprano a los televidentes. Una causa que defendió constante hasta el 16 de mayo de 2005, día del debut de sus “Mañanas informales”. Una vez más, el rating habló de su certera puntería. “Todos los días, desde empezado el ciclo, me levanté a las 05:30 para ser el número uno, pero sigo siendo el de siempre, feliz de saber que mi triunfo no mata a ninguno de mis colegas de la competencia”, asintió en ese momento en que su debut comenzaba a reestructurar las pautas televisivas para siempre. “´Mañanas informales` me enseñó que día a día hay que saber superar la propuesta. Cambiamos el despertador del público, duplicamos el encendido a las 09:30, e inauguramos un nuevo prime time en la televisión.”500 emisiones: “500 razones de felicidad. Esto significan 1.750 horas en el aire, algo así como 10 años de cualquier ciclo normal. Y poder celebrarlas con este grupo de amigos resulta un placer enorme”. En el control, Andrea Stivel (43), productora general y mujer de Guinzburg desde hace veinte años, confesaba: “Hemos invertido mucho en cotillón y no tendremos el clásico clip de bloopers, porque celebramos con la mirada hacia adelante”. Mientras, en el estudio, Ernestina Pais (35), quien supo tomar las riendas del ciclo, decía: “Jorge, te contratamos para conducir la fiesta”, a lo que el payaso Malaonda (Marcos “Bicho” Gómez -43-) completaba: “Yo no sé cómo estás, pero se te ve muuuuy descansado”.Una y quinientas veces, Jorge ha confesado que el poder de jefe nunca le ha interesado, que ha bajado sus decibeles de dura exigencia, que a todo le da un toque paternal y que los intentos de convertir el ámbito de trabajo en un club de amigos son conscientes y constantes: “La clave de cualquier éxito es la química de las partes. Como jefe e integrante de un equipo, soy realmente feliz cuando me siento querido.” Y algo de eso se percibe en su regreso a los estudios. “Sin dudas, el reencuentro con la gente es una necesidad diaria. Por eso, la tremenda emoción de hacerlo concreto en la celebración de las 500 emisiones fue una felicidad extra.”Jorge asegura que no hay día que despierte pensando en modificar alguna cosa del formato habitual y que, a partir de estos primeros 500 programas, le es difícil imaginar cómo será el ciclo cuando logre alcanzar los 1.000. Pero hay una clave para la fidelidad: “Siento que se trata del equilibrio entre lo periodístico y la locura espontánea. Trabajo pensando en que aquellos que ven `Mañanas Informales` puedan informarse sobre todo lo que está pasando y, a pesar de todo, sigan conservando el buen humor”. No hay quien no quiera volver a verlo sentado en el sofá del programa. Pedido unánime, respuesta contundente. “Supongo que en muy pocos días voy a retomar la actividad normal. Mientras tanto, intento mantener mi presencia a través de un reportaje diario, de una serie de entrevistas que grabo una vez por semana.”Pero, ¿cuál ha sido la causa real de su ausencia? “Es consecuencia de un tema histórico, mi viejo problema bronquial. Un resabio de mi infancia que cada tanto, me juega una mala pasada. Y este año me afectó más que de costumbre. El 9 de Julio, por ejemplo, mientras todos festejaban la caída de los copos de nieve, yo hubiese preferido una ola de calor con incendio forestal incluido”, afirma.Y, sobre cómo sobrelleva este momento, Guinzburg responde: “Una pregunta mucho más fácil de responder hoy, cuando me siento mejor y a punto de retomar las actividades. Si me la hubieses hecho hace un mes, habría contestado: `Mirame bien, y te vas a dar cuenta`”. Pasaron más de 60 días, desde que el médico sugirió reposo absoluto. “Cuando comencé a darme cuenta de que no me sentía bien, no quedó otra que parar un poco y consultar a los que saben” –dice-. Pero sabiendo de su hiperactividad, surge el interrogante: ¿Cómo se logra mantener a Guinzburg en casa? “Fueron dos meses de un Jorge muy casero, escribo bastante, adelanté la lectura de varios libros que tenía postergados y, por supuesto, me dediqué a ver mucha televisión”, confiesa. Un ámbito de protección donde sobra el afecto. “Mi familia y mis amigos son fundamentales. Ellos hacen que cualquier situación, por más difícil que sea, me resulte siempre mucho más fácil de superar.” Un círculo de contención del que el público no queda exento: “Cuando comencé a trabajar en los medios, suponía que la motivación era el poder expresarme y comunicarme. Con el tiempo, descubrí que, también, convivía la secreta esperanza de sentirme querido. En ese sentido, las cartas que hoy llegan al programa, los mensajes en mi correo electrónico fueron la mejor respuesta que pude recibir. No existieron reclamos, sólo preocupación y los mejores deseos. Si buscaba pruebas de cariño, este tiempo me gratificó con creces.”Sobre la posibilidad de tener una vía más en la comunicación directa con ese afecto, se dispara una pregunta: ¿Qué quisiera que la gente lea a través de esta nota? Jorge Guinzburg responde así: “Simplemente quisiera expresarles mi agradecimiento y decirles que, si bien la ciencia hizo todo lo que pudo, ya estoy bastante bien y en condiciones de seguir fastidiándolos como siempre”.http://www.caras.uol.com.ar/edicion_1343/nota_01.htm

David Nalbandian aclara su situación

Detrás del vallado que delimita la pista de rally, Victoria Bosch (27) sigue con atención a un automóvil que cruza el trazado a toda velocidad. La tierra y el viento dificultan la visión y, por momentos, el calor agobia. Sin embargo, ella persiste en su tarea de fotografiar cada una de las maniobras extremas de su novio, David Nalbandián (25) -esta vez, en su papel de piloto-. Cordobés y amante del automovilismo, el tenista viajó con su equipo “Tango Rally Team” y su socio, Marcos Ligato, para participar de la primera fecha del Máster argentino, en la ciudad de Andalgalá, a 260 kilómetros de la capital de Catamarca. David llegó el sábado 29, al mediodía, con su pareja en un avión privado, desde Córdoba. Había sido una semana difícil para él, luego que, en su edición anterior, CARAS diera a conocer su encuentro con la modelo Victoria Vanucci (22). Su mujer, que trabaja con él como recepcionista desde hace dos años en las oficinas de “Tango”, en Córdoba, se ausentó dos días del trabajo y vivió horas de angustia. Nada mejor que un fin de semana romántico en la exótica geografía catamarqueña, para dejar atrás el sabor amargo de una sorpresa indeseada. Fue con ese espíritu que David y su novia desde hace nueve añosabordaron el vuelo que los llevaría a descubrir una provincia encantadora. En el viaje, ambos quedaron deslumbrados con el paisaje de montaña, que fusiona una aridez extrema con grandes plantaciones de olivo, uno de los principales cultivos de la región, junto con el membrillo. Al llegar a Andalgalá —capital nacional de la minería—, la pareja fue recibida por el intendente José Perea, antes de hospedarse en el hotel Aquasol. Durante el fin de semana, alternaron las tardes en la pista, al pie de un cerro con visitas guiadas. Fue así como conocieron una casona colonial y luego disfrutaron de un menú regional en la bodega-boutique “Casa de Santa Rosa”, con más de 100 años de antiguedad. Allí comieron cabrito con ensaladas y empanadas regionales, y se llevaron de obsequio un ejemplar de rodocrosita, una piedra rosácea típica del lugar. Distendidos, el tenista y su novia vivieron momentos de intimidad y descanso y hasta se animaron a correr juntos un prime. Fueron su pareja y la supuesta relación con Vanucci, las protagonistas del diálogo que mantuvo con CARAS.—Ahora que corrieron por primera vez juntos, ¿cree que su novia podría ser una buena navegante?—Se portó muy bien, pero ser navegante es muy difícil. Yo la elijo como mujer, como novia y compañera de vida. Para los deportes, es un cero a la izquierda.—Está con ella desde hace nueve años, “casamiento” e “hijos” deben ser palabras frecuentes en sus conversaciones...—Todavía no, aunque es un tema del que hablamos mucho. —¿Cómo reaccionó ella al ver las fotografías que lo involucran con Victoria Vanucci?—La afectó mucho. Como a mi familia y a la de ella. Pero creo que está claro cómo fue, y que ninguno de los dos tenemos nada que ver.—¿Y cómo fue?—Yo estaba con unos amigos y ella llegó más tarde con unas amigas. Nos encontramos y tomamos algo. Nos fuimos y salimos juntos del lugar. Después se dijo de todo.—¿Pero ya se conocían con Vanucci?—La conocí en diciembre, cuando hicimos una nota en Villa Carlos Paz jugando al tenis. Después la vi una o dos veces más, también en un rally, en La Cumbre.—¿Qué vínculo los une entonces?—Somos sólo amigos. Con ella hay muy buena onda, y está todo bien, pero yo tengo mi relación formada hace años, y creo que hasta hace poco ella se estaba por casar.—¿Y cómo está la relación con su novia?—Bien, trabajamos juntos, viaja conmigo y estamos pensando en un futuro formar una familia. Con mi novia hay una relación de primera, y cada vez nos llevamos mejor.—¿Es la mujer de su vida?—Indudablemente.—¿Y la única?—La única.http://www.caras.uol.com.ar/edicion_1343/nota_02.htm

Marcos Gómez, El Payaso Malaonda, con su familia

Cuando Marcos “Bicho” Gómez (43), popularmente conocido como el “Payaso Malaonda”, dice que su hijo se llamará Homero, es fácil creer que la idea del nombre haya tenido origen en el protagonista de la mítica serie animada “Los Simpson”. Sin embargo, basta una simple aclaración al respecto para descubrir que no es así. “El bebé se llamará de esa manera, no por Los Simpson, como se imaginan, sino por Homero Manzi, el tanguero y poeta argentino. Es que me gusta mucho el tango -explica el humorista-, revelando una de sus pasiones ocultas. Y de inmediato amplía: “Además, si hubiese pensado el nombre a partir de un personaje de una serie o dibujo animado sería el Homero de `Los Locos Adams´, un personaje genial”. Y aunque su fanatismo por la serie de “una familia muy normal” —con chasquido de dedos incluido— apenas se proyecte en su parecido físico al personaje del calvo tío Lucas, el bufón de “Mañanas informales” confiesa que su mayor locura es la que tiene por su mujer, María Laura Zerillo (31) —embarazada de siete meses y con fecha para la primera semana de diciembre— y por la hija que tuvo con su primera pareja, Rocío (10). “Somos una familia muy unida. Ellas me apoyan y acompañan en todo momento, algo que es imprescindible en mi profesión”, confiesa el actor, que además de lucirse en las mañanas de la la pantalla de Canal 13, también lo hace sobre los escenarios en “Planeta show”, obra producida por Jorge Guinzburg, a quien el humorista considera su maestro. “Personalmente, tengo una excelente relación con Jorge, de una amistad profunda. Hace cuatro años que hago teatro de revista con él. Soy como su hijo adoptivo” –dice-. Fue justamente en la primera revista del productor que Gómez conoció a su actual mujer. “Nos conocimos en 2004, trabajando en la obra teatral`Terminator`. Ella es bailarina, de modo que compartimos la vida y el escenario”, revela “el Bicho”, con profundo amdmiración.El cómico confiesa que su buen humor en la pantalla es una simple proyección de su vida diaria, pues no logra concebir su existencia sin alegría. Sin embargo, cuando su hija le pide que le enseñe acrobacias y malabares, “Malaonda” hace honor a su sobrenombre: “Debo confesar que no tengo alma de maestro. Prefiero que tengan libertad y, antes que nada, que sean felices”. Mientras imagina el nacimiento de su hijo para la primera semana de diciembre, uno de los payasos más famosos de la actualidad concluye con humor: “Mi hijo será fruto de nuestro amor. Lo único que espero es que no salga a mí, y eso es algo por lo que rezo, porque entre el nombre “Homero” y mi cara, tendría que convivir con un eterno castigo”.http://www.caras.uol.com.ar/edicion_1343/nota_03.htm

Margarita Wais presenta a su hija

El 22 de enero de 2007 todo cambió para Margarita Wais (36). Las coordenadas de su vida modificaron su norte, la felicidad se volvió rutina y el disfrute, una constante. En la intimidad de su deslumbrante casa de Nordelta, recordar el día en que nació Violeta, su primera hija, sin emocionarse, resulta una tarea ardua para ella. “Mi beba nació a las 13:40, pesó 3,600 kg, y llegó al mundo por parto natural. La maternidad fue por mucho tiempo un deseo postergado. Como deportista y periodista siempre viajé por el mundo, pero no me había enamorado nunca y, por consiguiente, no anhelaba formar una familia. Violeta transformó mi casa en un paraiso”, relata la ex campeona argentina y sudamericana de squash, y conductora, desde hace nueve años, del noticiero “Fox Sports Noticias”, una pionera entre las mujeres periodistas especializadas en deportes.Confiesa que en Mariano (42), su esposo desde hace siete años, encontró al compañero ideal para formar una familia. Junto a él concibió y decoró la casa de estética minimalista y arquitectura de vanguardia, en la que conviven. “El ya tiene dos hijos varones, de 15 y 17 años, y está canchero para cambiar pañales, mucho más que yo. Es un padre ejemplar y eso fue algo que me enamoró. Con Violeta cumplió el sueño de tener la nena”, afirma Margarita.— ¿Le cuesta dejar de ser el centro de atención?—Hay que reconocer que a las mujeres nos gusta serlo. En mi caso fue bueno desistir de ser el centro. Nunca fui una mujer de hogar, pero descubrí que ser mamá me encanta, porque marca un antes y un después. A mí me liberó y me infundió fortaleza. Hoy tengo menos temores y soy más arriesgada. Es como si la vida hubiera avanzado de golpe. Siempre fui de correr mucho. La mirada de Violeta me relaja y me hace bien. Cuando estoy con ella el tiempo se detiene, y eso es algo maravilloso.—¿Cómo fue creciendo la relación con su hija?—El primer mes siempre es complicado porque tenés que estar muy pendiente y la rutina es más bien productiva y esquemática. Pero luego, se empieza a reír, a comer y se establece un diálogo. Voy armando un código con miradas picarescas o dulces, y también a través de los silencios. Hay canciones que le canto desde que estuvo en la panza, como “La luna bajó en camisón”, de María Elena Walsh, una canción que me cantaba mi mamá. Acostumbré a Violeta a mis horarios. Me gusta bañarla y hacerla dormir por las noches, aunque llegue tarde.—¿La experiencia de ser mamá es muy distinta a lo que imaginaba?—Al principio estuve angustiada y debí recuperarme físicamente, porque fue un cambio muy grande. Aprendés cada día. La que dice que no sufrió, miente. Creo que a veces a las mujeres nos da pudor reconocerlo. Pero, sinceramente, ya no recuerdo mi vida anterior. Deseaba una nena, y ser mamá es una vivencia que superó mis expectativas.—¿Qué tipo de madre fue apareciendo en usted?— Históricamente siempre fui muy autoexigente, y lo soy como mamá. Una sufre mucho siendo así, porque busca la constante evolución. Hoy trato de no ser tan obsesiva. Entiendo su llanto, me he vuelto tolerante y, simplemente, no me exijo tanto. Volví a trabajar a los cuatro meses del parto, y busco ser una mamá activa y moderna. Me cuido, porque quiero seguir siendo sexy. Entreno con un personal trainer, voy al centro de estética del Dr. Pisanú y cuido mi piel con Mabel Tamarit, mi dermatóloga. En fin, disfruto de mi hija, del amor de mi marido y de mi vida.— ¿Qué cosas ya no serán las mismas?El trabajo es importante, pero ahora tengo alguien en quien pensar, porque ante todo está primero mi hija. Hoy siento que no puedo enojarme por cualquier cosa. Siempre fui bastante seria. Violeta modificó esas características y me hizo un ser mucho más amable, me dio herramientas. Ahora puedo jugar. Ser mamá es una competencia diaria.http://www.caras.uol.com.ar/edicion_1343/nota_04.htm